El Taller De Miguel Angel

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martes, 8 de julio de 2014

Pintando con lápices de colores


Ejercicio tomado del libro Así se Pinta Con Lápices de Colores, De J. M. Parramón

Pintando un cuadro con sólo tres colores y negro.
Vamos a pintar un paisaje con lápices de colores y solo usando nuestros 3 compañeros básicos ( primarios): el azul cielo, el magenta ( o púrpura) y el amarillo, más el negro.
Le iré guiando para que con estos colores que forman aparentemente una pobre paleta, pueda obtener una amplia gama de matices y tonalidades que verá que mágicamente serán suficientes para conseguir un cuadro lleno de colorido.

Muy bien, Dispóngase a trabajar con la fotografía a la vista, una buena hoja de cartulina gruesa para dibujo de grano fino, (que es ideal para pintar con los lápices de colores y que sea de mayor formato que la fotografía) y sus cuatro lápices a la mano.
 
¿Cómo están las puntas de sus lápices? ¿Medio afiladas?. Afile bien el azul porque vamos a hacer, en primer lugar, un dibujo lineal del modelo más o menos detallado, y necesitamos una buena punta capaz de precisar algunos detalles. Ah!, y no olvide situar una hoja blanca, de papel bond debajo de su mano para proteger su dibujo.
Fíjese en la imagen de abajo. Se trata de lo primero que tenemos que hacer para pintar nuestro paisaje: un dibujo lineal. La cuestión es dejar plasmadas las formas esenciales del modelo así como los más importantes detalles. Tratamos de conseguir las mejores proporciones y medidas hechas a ojo.


Trabaje presionando muy suavemente el lápiz por si tiene que borrar algo y cuando esté seguro de que todo está bien, repáselo con algo más de fuerza, aunque no mucha más. Dibujamos con lápiz azul. Se integra después perfectamente en el conjunto de colores. No use el lápiz grafito para este menester. Se conjuga peor con los lápices de color y además, puede ensuciar el papel. Observe que en esta primera fase yo he marcado, también, las principales zonas de sombra.

Si usted ve que este encajado le cuesta mucho trabajo y precisa borrar con frecuencia, le aconsejo que lo haga en un papel aparte, esta vez usando lápiz grafito y borrando todo cuanto necesite. Después pase este encaje al papel definitivo mediante el sistema de calco ( calque  su dibujo en un papel encerado o albanene, fijándolo con cinta masking tape, para luego cubrirlo de grafito por la parte de atrás. Una vez hecho esto fije el dibujo sobre su papel definitivo y repáselo con un bolígrafo rojo, cuidando de no marcar el papel. En un tutorial posterior describiré gráficamente y paso a paso como llevar  a cabo este procedimiento); continuemos.

2a etapa. Valoración general.

Salta a la vista lo que hemos hecho esta segunda etapa; llenar de color todas las zonas del paisaje, suavemente, mezclando ya colores. Se trata de tener a la vista una primera entonación del conjunto, para, a partir de ahí, comenzar a valorar con mayor precisión.
Para el cielo he utilizado el lápiz azul claro, sin más. Para la masa central del edificio, he mezclado ya los cuatro colores muy, muy suavemente: amarillo, luego rojo, un poco de azul (poquísimo). En las áreas de sombra intensa he añadido más púrpura y azul, así como negro, presionando algo más. En las hojas de los árboles, solo azul y amarillo.
Intente usted que cada parte del modelo le salga con los mismos tonos que ve en la ilustración. Para ello, ensaye las mezclas en otros papeles antes de decidirse a trabajar en el de verdad.
Vaya alternando los lápices (guardados en su mano izquierda), según las necesidades de cada momento: ahora el azul, ahora el púrpura, un poco más de negro aquí, algo de amarillo allá… Siempre atento al conjunto. La totalidad del dibujo debe mostrar, a través de todo el proceso, un equilibrio tonal bueno a cada instante. El gran maestro Degas decía que un cuadro debe irse pintando de tal manera que, en cualquier momento, se pueda abandonar sin que dé la impresión  de estar a medias.
Y mucha atención al trazo. Debe seguir unas direcciones regulares. Yo he aplicado en este cuadro un trazo constante, recto e inclinado. Esto es lo que quiero decirle. No se puede cambiar a capricho la dirección del trazo sin caer en el peligro de lo chapucero.

Estado 3 Modelado.


 

Si usted observa con atención la imagen que le presento ahora comparándola con la anterior comprenderá enseguida en que consiste exactamente el proceso de acabado paulatino del paisaje que tenemos entre manos, o sea, modelarlo. Sobre la base de color que hemos obtenido en el estado anterior, lo que tenemos que ir haciendo ahora es modelar poco a poco las formas que observamos en el modelo. Esto significa lo siguiente: lo que vemos en la fotografía son en realidad formas con volumen, que tenemos que representar en un papel plano. Eso se hace modelando. Es decir, sombreando. Las sombras es el medio que tenemos para dar la ilusión de tres dimensiones. En definitiva, se trata de oscurecer aquellas zonas del modelo que aparecen más en penumbra. En la práctica consiste en intensificar el color por medio de nuestros lápices.

Observe: la parte derecha de la torre y la parte derecha de la fachada frontal las he oscurecido, he dado más color, he intensificado la presión de los trazos. Las zonas de la izquierda, con más luz, apenas las he tocado. Siguen estando casi en el mismo estado que en la fase anterior. Esto es modelar. Y he comenzado a precisar más los detalles ( que son importantísimos para dar concisión y colorido al cuadro). Las bandas rojas, por ejemplo, de la especie de barandilla de la izquierda, o la farola, o los huecos de las ventanas.

Y he aplicado más color en las copas de los árboles. Fíjese en los trazos de las mismas. No siguen la dirección de los demás. Esto es válido. No solo porque la estructura de las copas tiene sus leyes propias. Se trata, también, de unos trazos sueltos y ágiles, en una zona concreta, que dinamizan el conjunto.


Estado 4, intermedio al estado final. Se parece mucho este avance al anterior pero aquí detallo más el proceso, y es intermedio porque nos enfilamos al acabado final.

Nos encontramos metidos en la misma faena: valorar, detallar, concretar.

Es el momento en que más febrilmente se trabaja. Se tienen delante el modelo y el cuadro; miramos a uno y a otro, advertimos, que aquí hay que intensificar un tono, que allí hay que precisar un detalle, intensificar un perfil, dar otra capa de azul sobre el cielo para que se destaque más la nube, etc.
Y siempre, desde el primer momento, trabajando de menos a más. Y con sumo cuidado.

Recuerde lo que dijimos páginas atrás: no podemos “pasarnos”. Si esto ocurre, sobre todo en un estado avanzado del trabajo, lo hemos estropeado todo, porque el lápiz de color tiene muy difícil rectificación. En este y la anterior lámina le muestro los tonos que van en cada zona del paisaje. Como puede comprobar, con los mismos colores se pueden obtener matices muy distintos debido a la proporción en que se  mezclen y la presión con que se apliquen. Es una cualidad del lápiz que también exige cierta finura de ejecución por parte de la mano. Y no olvide algo que es importante; es conveniente aplicar unos colores antes que otros al mezclar. Bien, estamos a punto de terminar.

El cuadro terminado


El cuadro está servido. O sea, acabado. Observe con atención esta última fase y compárela con la anterior. ¿Qué ha ocurrido?, Todo está mucho más definido y, si se fija bien, comprobará que casi todas las aportaciones nuevas se han hecho con los lápices azul y negro. Con ellos he definido perfiles, precisado detalles y oscurecido zonas de sombra ( por ejemplo, en las copas de los árboles). Y también, realmente, he dibujado: las rejas de la gran ventana central, las persianas de las ventanas pequeñas, detalles de la farola, algunos efectos lineales de los troncos de los árboles…Y fíjese en la fachada central y en la zona derecha de la torre. Todo está salpicado de pequeños trazos ágiles, directos, de direcciones distintas. Definen, de forma más o menos impresionista, las piedras con que está construido el edificio. Y vea también el marco blanco de la ventana. Apreciará una serie de trazos del mismo carácter (rápidos y sueltos) que me han servido para simular los pequeños mosaicos rojos o teselas que aparecen en el modelo.
En una palabra: en esta última fase he abandonado, como si dijéramos, el método clásico, para dejarme llevar un poco por un espíritu más libre y espontáneo, tocando aquí y allá con la punta del lápiz para concretar, mediante trazos directos, diversos detalles del cuadro. Un poco, como he dicho, a la manera impresionista. Es quizás la etapa más difícil para usted, si no tiene demasiada práctica en estos menesteres. Inténtelo, no obstante, incluso tratando de copiar los trazos que ve en mi trabajo. Y practique antes en otros papeles.

Bien, la obra está concluida. ¿Satisfecho?
Seguro que sí. Pues si está contento, haga lo que todos los artistas: fírmela.

Y ahora enmárquela, ¿no? Lo mejor es a la inglesa, como puede ver en el ejemplo que ve a continuación.



Luego la cuelga en el lugar que más le apetezca de su casa. ¡Ah! Y cuando le pregunten sus familiares o amigos que cómo lo hizo, usted, poniendo cara de no haber roto un palto en su vida, responda: - Bueno… No es nada… Lo pinté con tres lápices de colores…Eso es todo...



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